Monstruo de Gila
Este lagarto posee unas glándulas venenosas situadas en la mandíbula inferior, con canalizaciones hacia los dientes, que son estriados para facilitar la entrada del veneno a la herida de la víctima. Es por eso que el monstruo de Gila muerde con fuerza a las presas. Raramente puede llegar a ser mortal para el ser humano.
Pasa la mayor parte del año inactivo, escondido en agujeros, a menudo madrigueras abandonadas. En verano sale a buscar pareja y aprovecha para comer al máximo, acumulando grasa en la cola, lo que le permite sobrevivir todo el invierno.
Hábitat Natural
El norte de México y el sudoeste de Estados Unidos.

- Distribución / Residente
- Reproductor
- Hivernante
- Subespecies
Grado de riesgo
- Extinta
- Extinta en estado salvaje
- En peligro crítico
- En peligro
- Vulnerable
- Casi amenazada
- Preocupación menor
- Datos insuficientes
- No evaluada
Taxonomía
Características físicas
Biología
Reproducción
Biología
Este lagarto, a pesar de lo que podría sugerir su nombre, no es un animal enorme y feroz, sino un lagarto chaparro, de piel rugosa, cola gruesa y patas cortas, con unas llamativas manchas amarillas o naranjas sobre el fondo negro.
Habita desiertos y montañas rocosas áridas de hasta 1.500 metros de altitud..
Se alimenta de pequeños vertebrados, huevos, gusanos, insectos y animales muertos.
Las hembras del monstruo de Gila ponen de dos a quince huevos, normalmente entre los meses de julio y agosto. El periodo de incubación varía según la temperatura, pero suelen nacer hacia el mes de mayo.
Las crías hacen de 12 a 18 cm al nacer, pesan alrededor de 35-40 g y alcanzan el tamaño de un adulto en uno o tres años, de los veinte que pueden llegar a vivir.
Las altas temperaturas y la escasa humedad que soporta en su medio árido hace que sea un animal de hábitos principalmente crepusculares y nocturnos, que suele pasar la mayor parte del tiempo escondido en agujeros que excava en el suelo. De hecho, pasa la mayor parte del año inactivo, escondido en su madriguera. En verano sale a buscar pareja y aprovecha para comer al máximo, así acumula grasa en la cola, lo que le permite sobrevivir todo el invierno.
Dispone de unas glándulas venenosas situadas en la mandíbula inferior, con canalizaciones hacia los dientes, que son estriados para facilitar la entrada del veneno a la herida de la víctima. Es por eso que el monstruo de Gila muerde con fuerza a las presas. Raramente puede llegar a ser mortal para el ser humano. Detecta la presencia de las presas por el olfato, que tiene muy desarrollado, y también por el gusto, sirviéndose de la lengua como un detector eficaz.
La pérdida y degradación de su hábitat por la agricultura, la ganadería y la urbanización han disminuido las poblaciones y lo han hecho escaso en muchas zonas donde hace poco tiempo era abundante, por esta razón la UICN en su lista roja de animales en peligro de extinción la cataloga como Casi Amenazada.
El Parque Zoológico de Barcelona participa en el EEP de la especie, y ya ha conseguido que se reproduzca en sus instalaciones.