Hoy se ha presentado el Tercer atles dels ocells nidificants de Catalunya, un proyecto impulsado por el Instituto Catalán de Ornitología (ICO) que hace una fotografía exhaustiva de todas las especies de aves que nidifican en Cataluña. Un libro de 639 páginas publicado por la editorial Cossetània donde se puede conocer, de cada especie, por dónde se distribuye, cuál es su población estimada, con qué frecuencia se observa y cuál ha sido la tendencia de su población en los últimos cuarenta años.
El atlas revela que en Cataluña nidifican habitualmente 233 especies de aves, 17 especies más que hace cuarenta años y el 39 % de todas las que nidifican en territorio europeo. De todas, 124 especies disfrutan de algún tipo de protección legal especial a escala catalana, estatal o europea. Según el atlas, en Cataluña se estima que hay entre 8 y 12 millones de parejas de aves que crían cada año. El gorrión común sigue siendo la especie más abundante del país, con poco menos de 900.000 parejas reproductoras, aunque su población está en clara regresión en las últimas décadas. Lo siguen el verdecillo, el petirrojo, el ruiseñor y el pinzón, tres especies con más 400.000 parejas. Del resto de especies, más de la mitad cuentan con menos de 2.000 parejas reproductoras y se consideran escasas. Las especies más escasas que nidifican en Cataluña son la alondra ricotí, el aguilucho papialbo, la polluela chica, la focha moruna y el zampullín cuellinegro, todas con menos de 10 parejas reproductoras. Por otra parte, esta tercera edición cierra con el registro de 9 especies exóticas de aves que se reproducen de manera regular en Cataluña. La mayor parte han sido introducidas por el ser humano como pájaros de jaula que han escapado de la cautividad, y eso se refleja en la distribución de estas especies en el mapa, con una concentración máxima dentro las grandes ciudades y poblaciones costeras y sus entornos. El primer atlas había cerrado la edición con solo una especie exótica reproductiva en territorio catalán, el faisán común.
El Instituto Catalán de Ornitología (ICO) ha presentado hoy esta obra en el salón de actos del Instituto Cartográfico y Geológico de Cataluña, un reto impulsado por el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural de la Generalitat de Catalunya y el Zoo de Barcelona. Para obtener los datos, se ha contado con la participación voluntaria de 1.275 ornitólogos que han hecho trabajo de campo entre 2015 y 2018. Además, la obra ha contado con investigadores del European Bird Census Council, del CREAF y del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal de Cataluña, el CTFC, entre otros. La Diputación de Barcelona ha contribuido a la recopilación de datos en los espacios naturales de esta provincia y el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona ha acogido al equipo de trabajo del ICO. El atlas de aves es un proyecto integrado en el Observatorio del Patrimonio Natural y la Biodiversidad de Cataluña y, como tal, pretende estar a disposición de la sociedad para la toma de decisiones relacionadas con la naturaleza.
“El conocimiento que aporta este atlas es fundamental para definir políticas de conservación de la biodiversidad”, ha comentado Sergi Herrando, director general del atlas e investigador del ICO, el CREAF y el European Bird Census Council (EBCC). Herrando recuerda que estas políticas han demostrado que pueden ser efectivas, como en el caso del cernícalo primilla, que, después del programa de reintroducción, cuenta ya con más de 80 parejas reproductivas. Y añade que Cataluña tiene una gran responsabilidad en la conservación de muchas especies, “como las que se encuentran casi exclusivamente en la península ibérica, como el chotacabras, el pito real ibérico o la curruca mirlona, que en Cataluña tienen casi el 10 % de su área de distribución europea”.
“El Zoo no ha dudado en dar apoyo a este proyecto innovador de una disciplina, la ornitología, de larga tradición en nuestro territorio, que nos sitúa al frente de Europa en el estudio de las aves, herramienta primordial para su conservación, que es precisamente la misión del Zoo de Barcelona”, ha afirmado Xavier Paton, vicepresidente de la Fundación Barcelona Zoo.
La evolución de 40 años de datos, ganadores y perdedores
El atlas presentado hoy se publica casi 40 años después de la publicación del primero y 20 años después del segundo. Gracias a la larga serie de datos acumulados, esta vez el atlas se ha podido centrar (y bastante) en los cambios que han experimentado las especies desde el inicio de las décadas de 1980 y del 2000. “Este periodo coincide con el de mayor avance del cambio climático y con otros cambios sociales y económicos a gran escala que han tenido un gran impacto en Cataluña, como el abandono de las actividades agroganaderas tradicionales y la consiguiente ocupación de los espacios abandonados por bosques y matorrales”, indica Martí Franch, investigador del ICO y uno de los principales autores de la obra. Esta coincidencia en el tiempo ha permitido constatar que las especies no han soportado del mismo modo estos cambios. Por ejemplo, a las especies forestales y las urbanas les ha ido, en general, bastante bien. El crecimiento de nuevos bosques y la maduración de buena parte de los ya existentes ha hecho que algunas especies forestales, como el águila calzada o el pico menor, muy escasas hace 40 años, hayan experimentado una expansión espectacular de su área de distribución. Otras especies más vinculadas a bosques secos, como el mosquitero pálido, de momento parecen favorecidas por la expansión del bosque y quizás también por las condiciones más secas propiciadas por el cambio climático en la cuenca mediterránea, y se han vuelto mucho más frecuentes en los últimos 20 años. “Pero no todos los pájaros forestales van bien; hay especialistas de bosques fríos y húmedos que, como el camachuelo común, están teniendo bajadas importantes, probablemente asociadas al cambio climático y a la gestión de estos bosques”, explica Sergi Herrando. También algunas especies urbanitas como la tórtola turca han experimentado una fuerte expansión, si bien había sido catalogada como muy escasa y no reproductora en el primer atlas.
En el lado opuesto se encuentran las especies perdedoras como las lechuzas, los alcaudones o las tórtolas de bosque, que han reducido sus poblaciones de manera muy notable en las últimas décadas y ya han desaparecido del 20-60 % de las áreas donde se encontraban hace 40 años. Las tres son especies propias de espacios agrícolas y prados, es decir, las que están sufriendo una mayor regresión de sus poblaciones, especialmente en zonas de montaña. La razón no es únicamente el crecimiento de nuevo bosque en cultivos y prados abandonados, sino también la transformación del mosaico agroforestal en cultivos intensivos de monocultivo que requieren grandes superficies continuas de producción. “Estos cultivos dificultan la vida de las especies que comen en espacios abiertos, pero nidifican en zonas arborizadas o arbustivas, como la tórtola de bosque, que prácticamente ha desaparecido del Pirineo y se está haciendo más escasa en buena parte de Cataluña”, apunta Lluís Brotons, otro de los autores e investigador del CREAF, del ICO y del Centro de Ciencia y Tecnología Forestal (CTFC). Además, los monocultivos utilizan a menudo tratamientos fitosanitarios contra insectos y pequeños vertebrados, por ejemplo, que acaban afectando también a sus depredadores. “Es lo que ha pasado con las lechuzas o los alcaudones”, concluye Brotons.
Por otra parte, la garceta, la gallineta y otras especies típicas de ríos y pantanales experimentaron un crecimiento notable de sus poblaciones y de su distribución cuando se declaró la protección de muchas zonas húmedas a finales del siglo XX. No obstante, este proceso expansivo general se ha detenido en las últimas dos décadas, y últimamente se detectan pérdidas destacadas en las principales zonas húmedas del país, donde hay especies que han entrado en regresión por causas múltiples. “En el caso de la garceta, parece que el acortamiento de los periodos de inundación de los arrozales para controlar la expansión del caracol manzana tiene algo que ver”, explica Martí Franch.
Si ponemos el ojo en las aves que viven vinculadas al mar, el atlas demuestra que han mantenido sus poblaciones, pero con amenazas importantes. Hace veinte años, Cataluña acogía la mayor parte de la población reproductora mundial de gaviota de Audouin en el delta del Ebro, pero en los últimos años la población se ha ido dispersando por otras localidades a la vez que el número de ejemplares reproductores ha ido disminuyendo. “Una parte de esta reducción puede deberse a la muerte por capturas accidentales en determinadas artes de pesca —sospecha Herrando—, pero la llegada de depredadores terrestres, básicamente zorros, a la colonia del delta seguro que ha influido”. Este motivo también está presente en las bajadas locales de otros especies marinas, especialmente cuando están muy concentradas en colonias de cría, como el ostrero euroasiático, con poco menos de 20 parejas reproductoras en un único núcleo amenazado por la regresión del litoral en el delta del Ebro.
Para el Departamento de Acción Climática, Alimentación y Agenda Rural, este tercer atlas y la comparativa que se puede hacer con los dos anteriores aporta una información clave. Según Antoni Ferran, director general de Políticas Ambientales y Medio Natural, “este libro nos sirve para entender mejor qué presiones ambientales están afectando a nuestras aves y, por extensión, a nuestros ecosistemas, y así poder incidir desde la Administración pública para poder corregirlas”.
Refugios de biodiversidad
Gracias al atlas, Cataluña no solo sabe qué especies nidifican en su territorio, sino también por dónde se distribuyen y si se han desplazado por el cambio climático. Los datos generales muestran que, a grandes rasgos, hay un mayor número de especies autóctonas en la mitad norte de Cataluña, en especial en las llanuras y en los fondos de valles. Destaca la Cerdaña como un punto caliente de muchísima biodiversidad a causa de la variedad de hábitats de este territorio. Además, a diferencia de lo que se ha observado en el conjunto de Europa, en los últimos veinte años en Cataluña, generalmente, las especies autóctonas no se han desplazado sistemáticamente ni al norte ni montaña arriba huyendo del cambio climático. “Vivimos en un mundo complejo y que cambia rápidamente, y las aves, como nosotros, intentan adaptarse. De las mil y una historias de este atlas, trataremos de aprender un poco sobre cómo hacerlo”, acaba explicándonos Sergi.