Oso pardo
De alimentación omnívora y hábitos solitarios, antiguamente ocupaba la mayoría de bosques de Europa, Asia y Norteamérica, pero hoy ha desaparecido de muchas zonas debido a la persecución directa por parte del hombre y de la destrucción de su hábitat.
En la actualidad sólo es común en la antigua URSS, Canadá y Alaska, donde viven las mayores razas, con machos de más de 400 kg de peso. En nuestro país aún sobrevive en pequeño número en el Cantábrico y los Pirineos.
Programa de Cría
Hábitat Natural
Escandinavia, los Cárpatos, los Abruzos, los Alpes, los Pirineos, el Cantábrico, Canadá, Alaska, Rusia, China, Japón y el centro de Asia.
- Distribución / Residente
- Reproductor
- Hivernante
- Subespecies
Grado de riesgo
- Extinta
- Extinta en estado salvaje
- En peligro crítico
- En peligro
- Vulnerable
- Casi amenazada
- Preocupación menor
- Datos insuficientes
- No evaluada
Taxonomía
Características físicas
Biología
Reproducción
Biología
Las dimensiones varían mucho a lo largo de su anchísima área de distribución, y así hay razas pequeñas, como la que habita en el Cantábrico, donde los machos adultos pesan entre 180 y 200 kg, otros más grandes, como la de los Pirineos, con machos que miden hasta 2 m de longitud y pesan hasta 300 kg, y auténticos gigantes, como los que viven en Alaska, y concretamente en la isla de Kodiak, con más de 3 m de longitud y 600 kg. En todos los casos, las hembras son entre un 20 y un 25% más pequeñas.
El color del pelaje es muy variable, ya que puede ir del marrón muy oscuro y al dorado claro, pasando por diferentes tonalidades de grises. Las crías suelen presentar un collar blanquecino más o menos amplio alrededor del cuello, marca que habitualmente desaparece a partir del año de edad.
Su hábitat original era el bosque, preferentemente el de llanura, pero la continua persecución a la que ha sido sometido por parte del ser humano desde hace siglos lo ha arrinconado a los lugares más alejados de nuestra presencia. Es por eso que ahora lo encontramos casi exclusivamente en las montañas, el último refugio que le queda para poder seguir desarrollando su reservada y casi siempre tranquila existencia.
La alimentación del oso pardo es omnívora, ya que es un animal oportunista, que aprovecha casi todo lo que puede encontrar en su hábitat. Cuando es la época adecuada, consume todo tipo de productos vegetales como fruta, semillas, grano, tubérculos, hierba tierna, bayas, trufas o miel, pero también captura con frecuencia animales de pequeño tamaño, tanto invertebrados, como los gusanos, caracoles, babosas, escarabajos y hormigas, como vertebrados como las ranas, lagartijas, topillos, musarañas, lirones, conejos y pájaros que puede sorprender en el nido o también sus huevos.
Es un gran pescador, una habilidad que tan solo se da de manera esporádica en nuestra región, pero que en determinadas regiones septentrionales es un rasgo característico de las poblaciones de osos (de hecho, el salmón es una parte fundamental de la dieta de estos animales). También es capaz de cazar animales más voluminosos, como corzos, gamuzas, jabalíes, ciervos o ganado doméstico, un serio punto de conflicto en su relación con el ser humano, y finalmente, es un gran consumidor de cualquier tipo de carroña, pequeña o grande, que encuentre en sus dominios.
Tras siete u ocho meses de gestación, nacen uno o dos oseznos (a veces tres, cuatro e incluso cinco), que son espectacularmente pequeños y débiles. En el momento del parto, los oseznos tienen los ojos cerrados, no tienen pelo y pesan tan solo entre 350 y 500 gramos. Nacen en pleno invierno, pero en el interior de los confortables refugios, casi siempre cuevas, donde estos animales se retiran durante la época fría del año.
Es un animal de costumbres diurnas y solitarias. Los machos viven en amplios territorios que pueden alcanzar los de algunas hembras, siempre más pequeños, pero los dos sexos tan solo se relacionan de manera directa durante la época de celo, hacia principios de verano en nuestras montañas.
Los osos pasan el invierno en estado de hibernación, utilizando la mayor parte del tiempo previo a la llegada del frío para prepararse para la letargia invernal, guardando en los tejidos adiposos un 75% de la energía obtenida de los alimentos.
Es una especie que aún es común en algunas regiones septentrionales de su área de distribución, pero que, en muchas otras, como la de nuestro país, actualmente se encuentra en un grave peligro de extinción. En España hay dos poblaciones: la del Cantábrico, separada en dos núcleos aislados, pero que aún mantiene más de dos centenares de ejemplares, y la de los Pirineos, casi desaparecida y que últimamente se ha reforzado con la liberación de animales procedentes del este de Europa. Parece que esta última población se está recuperando poco a poco y en la actualidad está formada ya por más de una veintena de ejemplares.