Órix cimitarra
El órix cimitarra es un antílope que vive en las regiones subdesérticas del Sahel, al sur del Sáhara, aunque antiguamente su área de distribución llegaba mucho más al norte.
Esta especie se caracteriza por tener unos cuernos largos, de hasta 125 cm de longitud, curvados hacia atrás en forma de cimitarra.
De comportamiento nómada, se desplaza continuamente en pequeños grupos en busca de los escasos pastos de los que se alimenta.
Programa de Cría
Hábitat Natural
Proyectos de reintroducción en Túnez, Marruecos, Senegal y el Chad con ejemplares conservados en zoos, han permitido iniciar la recuperación de esta especie que des del 2000 se consideraba extinta en estado salvaje.
- Distribución / Residente
- Reproductor
- Hivernante
- Subespecies
Grado de riesgo
- Extinta
- Extinta en estado salvaje
- En peligro crítico
- En peligro
- Vulnerable
- Casi amenazada
- Preocupación menor
- Datos insuficientes
- No evaluada
Taxonomía
Características físicas
Biología
Reproducción
Biología
Es la habitual de los órIx, pero no presenta su característica máscara facial negra de este tipo de antílopes. Su pelaje, en gran parte blanco, es rojizo en el cuello y en la parte superior de las patas. Son característicos de esta especie unos cuernos largos, presentes en ambos sexos y de hasta 125 cm de longitud, curvados hacia atrás en forma de cimitarra, por lo que también es conocido como oryx cimitarra.
Ambientes áridos de la franja subdesértica fronteriza con el desierto africano del Sáhara.
De alimentación herbívora, come, sobretodo, todo tipo de hierbas, pero también consume semillas, frutos y hojas de arbustos cuando están disponibles. Puede pasar largas temporadas sin beber agua.
La gestación dura entre ocho meses y ocho meses y medio, y nace una sola cría en cada parto, raramente dos. Los pequeños pueden correr a las pocas horas de nacer, aunque durante las primeras dos semanas de vida tienden a quedarse escondidos entre las pocas matas de vegetación que crecen en su medio árido.
Es un antílope de costumbres gregarias que vive formando pequeñas manadas de hembras y jóvenes dirigidas por un macho adulto que se mueven continuamente en busca de la escasa vegetación y la poca agua que hay en su hábitat árido, aunque durante las migraciones estacionales o en épocas de lluvias abundantes se pueden agrupar en grandes manadas formadas por centenares de ejemplares. Los machos jóvenes forman pequeñas agrupaciones aisladas en las que se establecen las jerarquías mediante luchas espectaculares.
En ausencia de agua, un hecho habitual en su hábitat, pueden pasar largas temporadas sin beber gracias a diferentes adaptaciones fisiológicas, como la capacidad de elevar la temperatura del cuerpo para evitar la sudoración o la ramificación de la arteria carótida, que lleva la sangre al cerebro, en una red de arteriolas que pasan muy cerca de las venas que llevan la sangre más fría desde el hocico, con lo que se refrigera el flujo sanguíneo que penetra en el cerebro.
Históricamente ocupaba toda la franja del Sahel, la región situada en el sur del desierto del Sáhara, así como su equivalente en el norte del mismo desierto, y se encuentra desde el océano Atlántico en la costa hasta el río Nilo. Pero poco a poco fue desapareciendo de esta amplísima área de distribución hasta declararse extinta en estado salvaje en el 2000. Una de las últimas especies conocidas en entrar en esta situación.
Las razones que han provocado esta situación han sido, por una parte, el exceso de caza directa y, por la otra, la degradación de su hábitat a causa de la expansión de la ocupación humana, con la agricultura y la sobreexplotación de los escasos recursos hídricos que esto representa, y la ganadería y la presión insostenible que los animales domésticos ejercen sobre la escasa vegetación disponible en el medio. Todo esto está provocando la desertización acelerada de la región del Sahel y, como consecuencia, la desaparición de las especies que viven allí, entre ellas el oryx blanco.
Afortunadamente, el trabajo de conservación desarrollado con esta espcie en zoos de todo el mundo en los últimos años, y muy especialmente por el Zoo de Marwell en Inglaterra, ha permitido comenzar a revertir la situación y ofrecerle una oportunidad real de recuperación. Este es un buen ejemplo de la importancia que tiene el mantenimiento de poblaciones en cautividad para la conservación de las especies que se encuentran en peligro en la naturaleza, ya que, si el oryx blanco no ha desaparecido totalmente y para siempre, sin ninguna posibilidad de recuperarse en un futuro, es gracias a que aún había un importante número de ejemplares en diferentes instituciones zoológicas de todo el mundo, entre ellas, el Parque Zoológico de Barcelona. Esto ha permitido la opción de reintroducirlo en áreas protegidas de su medio natural, como ya se está haciendo con este animal en algunas reservas de Túnez, Marruecos, Senegal y con un éxito destacable en el Chad.
El Parque Zoológico de Barcelona participa en el EEP de la especie.